09 mayo 2008

Experiencias vitales

Una noche cualquiera, en cualquier cutre-bar, sonando cualquier música de fondo pero en compañía de un buen amigo.

Hablando me suelta una verdad universal, de esas que salen de una cicatriz del corazón.

Lo miro, pienso y recapacito en la frase que acaba de decir. Se nota que es una frase vivida, se intuye incluso el sufrimiento que le ha costado aprender esa lección marcada a fuego lento. Se trata de una lección que te da la vida, de esas que no la lees en el "cosmopolitan" del año pasado en la consulta del dentista o en los consejos para preadolescentes de la "super-pop".

Cuando sigo pensando en la frase que me acaba de decir se me viene a la garganta un sabor agridulce. Dulce porque me alegra que de un consejo tan maduro, y agrio porque también se el trabajo que le ha costado aprenderlo.

Esto me hace pensar lo irónica que es la vida ¿Acaso vivir es pasar por malas experiencias para aprender de ellas? ¿Si una persona no ha pasado por malas experiencia es que no ha vivido? ¿Es mejor no pasar por malas experiencia y vivir en la inocencia?

De esto se puede deducir muchas cosas, la primera es que cuando alguien te de un buen consejo es que seguro que lo ha sufrido antes que tú. Que nunca te de pena alguien que te quiera ayudar alguien que ya haya pasado por lo mismo, el que te tiene que dar pena es el que no aprende de la vida.

¿Cuándo se es más feliz? ¿Antes o después de vivir malas experiencias? ¿Acaso vivir en el limbo es el mejor estado de Felicidad? Se puede ser feliz viviendo malas experiencias?

Son muchas preguntas sin respuestas para que ahora me digan que el Prozac no sirve.

Ojala Dios hubiera sido Sueco, sería todo mucho más fácil, al nacer nos darían un detallado manual de instrucciones para saber que hacer en cada momento y con las herramientas incluidas como en el Ikea. Se nota que Dios es Español.

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