25 diciembre 2008

La caja de mil sabores


Hoy quisiera rendirle un homenaje a un icono de nuestra época, el Tupperware. Esa cajita de plástico que nos salva diariamente de la desnutrición.

El Tupperware está establecido en todos los estratos de la sociedad: el estudiante que está fuera de casa, el que come en el trabajo, el que tiene resaca y escarbando en el congelador aparece ese caldito de pollo en el fondo que es mano de santo.

Por supuesto el Tupperware tiene dos poderosos aliados: El congelador y el Microondas. Aunque recientemente se ha añadido un nuevo secuaz, la thermomix.

¿Quien no se ha comido unas croquetas después de sacarlas del congelador y freírlas?

¿No saben a gloria albóndigas caseras con su salsita aunque sepas que se cocinaron hace una semana?

Ese es el secreto del Tupperware, es como una pequeña capsula del tiempo donde los sabores y olores se quedan almacenados para una posterior ingesta.

Larga vida al Tupperware.

1 comentario:

José M. García dijo...

No sería nada sin ellos